Similar situación pudo haber vivido alguien mayor de cincuenta años, cuando un vendedor le ofrecía una cartera para llevar al hombro conteniendo un primitivo teléfono celular. Nuestros abuelos internalizaron la situación, lo adoptaron, hoy lo utilizan, con una interface humana o una interface gráfica más eficiente, y se maravillan de poder ver a sus nietos en cualquier país del mundo gracias a una foto por mensaje multimedia o videollamada.
Aquellos que han recorrido la agenda de computación y comunicaciones, aquellos que hoy participan de esta sociedad de la información, de esta ubicuidad de las computadoras, de esta proactividad de muchos sistemas que nos cuidan y protegen y deciden por nosotros, los actores del mundo IT, ciertamente hoy y por distintos motivos también están frente a una situación extraña.
La industria IT fue capaz de desarrollar en menos de treinta años una revolución trascendental.
Las computadoras han revolucionado nuestros negocios, nuestras comunicaciones, nuestra educación, nuestras relaciones sociales, nuestro entretenimiento, nuestros gustos y placeres, nuestra forma de vivir, pero, ¿qué sucede con nuestro hábitat, nuestras casas, nuestros edificios, inmersos en esta aldea global?
Raro es el ser humano, con inmensos logros en muchas áreas, en su trabajo, en los negocios, en las comunicaciones, en busca de Internet 2, de la Internet Interplanetaria, con mensajes para los próximos milenios, con sondas que cruzan el universo… y que como diría la canción, “se olvidó de vivir”, ¿se olvidó de su casa, de su hábitat?
Nadie niega que la industria y sus actores tienen una asignatura pendiente con la automatización residencial y de edificios. Si la tecnología es incremental, si lo que vendrá será mejor que lo presente, podríamos preguntarnos qué queda más allá de una casa o una vivienda inteligente. El marketing no tiene fronteras y evidentemente como en todos las áreas de la tecnología, el nuevo paradigma de la automatización son los hogares sabios. En realidad es lo mismo, pero a otra escala, tratando de convencer de los beneficios de la automatización de nuestros hogares, con tecnologías más integradoras y más fáciles de usar.
La agenda de automatización ya tiene sus años, y aunque no alcanzó las masas críticas de otros desarrollos tecnológicos, ni provee hoy los inmensos réditos económicos de otras áreas de IT, hoy por necesidad del ser humano se instala para salvar al planeta, para ayudar a nuestros mayores, a nuestros hermanos con capacidades diferentes, para protegernos.
Muchos de nosotros en la actualidad tenemos un direccionamiento subyacente a tener más “cosas” que las generaciones que nos han precedido. “Más grande es mejor” parece resumir nuestras vidas, desde nuestras casas a los dispositivos que incorporamos en ellas.
El desafío es que todo ello requiere mayores niveles de energía. Ya sea electricidad para su funcionamiento, para calefaccionarlo, para enfriarlo, para iluminarlo, para el proceso de su fabricación. Los seres humanos estamos consumiendo cada vez mayor cantidad de energía y generando gases de efecto invernadero como nunca antes.
Una estadística reciente muestra que para el año 2050, necesitaremos el doble de energía, y las metas globales para gases de efecto invernadero son la mitad. ¿Cómo se podrá lograr?
Ante la pregunta de utilizar una determinada suma de dinero para instalar un home theatre o un conjunto de paneles solares, la mayoría de los propietarios residenciales consultados por una encuesta prefiere el entretenimiento. Conclusión, usted no puede forzar a los individuos a utilizar menos energía.
Simon Wehr, Gerente Global de Marketing de Schneider-Clipsal, nos ayuda:
“Permita a la gente alcanzar más usando menos de nuestro planeta común. Permita a los propietarios de viviendas tener un gran televisor de pantalla plana y un sistema de sonido envolvente, pero intégrelo en el hogar de una manera que maximice la eficiencia energética antes que la compense. El consumo de energía se puede reducir mediante el uso de la domótica al garantizar que las luces y los dispositivos se apaguen automáticamente cuando no es necesario, o mediante la aplicación más eficiente de los diseños arquitectónicos que maximizan la iluminación natural, el flujo de aire y calefacción del sol en invierno. No es ciencia de cohetes. Puede sonar revolucionaria, pero la solución ha estado allí todo el tiempo, nos quema en la cara.”
Tal vez en los próximos años, cuando las lámparas que nos iluminen sean microprocesadores y chips de silicio y se conecten en red con el sistema domótico, el sueño de la Internet 0, de la Internet de las cosas empiece a vislumbrarse; las máquinas proactivamente nos ayudarán y el ahorro energético, el confort, la seguridad y la sustentabilidad de nuestros hogares será una realidad.”
Ing. Daniel FARÍAS
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